Hace casi un año escribí una entrada
sobre ventas cruzadas y su aplicación en la farmacia. Cada cierto tiempo recibo algún correo
solicitando que escriba algo más sobre ello. “Te agradecería que me mandaras
pautas para trabajar en este campo…” “¿Cómo puedo conseguir fichas de ventas
cruzadas?”, etc. En este blog habrán podido leer que el valor
diferencial de la profesión y, por tanto, su futuro, reside, no
en la logística, ni en la capacidad comercial, sino en la gestión del
conocimiento. También han podido deducir que soy firme partidario de
desarrollar una cartera de servicios en la farmacia, pero a la hora de
ofertarlos habrá que saber venderlos, recurriendo a técnicas de ventas y marketing.
¿Me estoy equivocando al dejar de
lado la opinión de compañeros que proponen usar técnicas comerciales en la
farmacia? ¿Puede ser posible encontrar un equilibrio entre actividad comercial
y actividad sanitaria en la farmacia? (pese a que lo sanitario sea lo
prioritario). Les invito a que reflexionemos sobre ello.
Dos últimas cuestiones: no
pretendo escribir un listado de protocolos y ejemplos sobre ventas cruzadas
(aunque intentaré ejemplificar cada afirmación), ya que sería poco útil para
cambiar de forma de actuar si previamente no se modificó el "esquema
mental" al entender que hay cosas que no se está haciendo del todo bien, y
el por qué. Finalmente, poco a poco iré escribiendo, aunque de manera
discontinua, diferentes entradas para enseñarles a realizar venta cruzada en la
farmacia.
VENTAS CRUZADAS Y FARMACIA
COMUNITARIA ¿SON COMPATIBLES?
En la farmacia, la relación entre
actividad empresarial y actividad sanitaria es inevitable. Asumimos que la
farmacia es un establecimiento sanitario. Pero ¿con qué se pagan las facturas?
Con las ventas: ofrecemos un producto o un servicio, alguien lo necesita
o se interesa por él, y se realiza el intercambio de producto/servicio
por dinero y/o un documento de financiación de medicamentos (receta).
Pero esa relación comercial-sanitaria
tiene que ser ética y estética, estar basada en un estricto código ético y
con un objetivo prioritario: siempre mejorar la salud del individuo
o de la población.
A partir de aquí, puede buscarse un
equilibrio coherente entre dispensación de medicamentos y la venta libre (y
proactiva) de OTC y productos de parafarmacia, siempre respetando y marcando
ciertos límites. El principal, que la farmacia es un establecimiento
sanitario.
Hablar de venta cruzada es un tema
bastante peliagudo, ya que suelen mezclarse la necesidad de vender y
rentabilizar al cliente, y la responsabilidad de la farmacia en proporcionar
soluciones útiles y eficaces para mejorar la salud.
Existe cierta confusión en este
sentido, por un lado hay mensajes contradictorios:
En muchos casos, la venta
cruzada está mal vista, (obviándose que es una herramienta, y como tal no es ni buena ni mala en sí misma, dependerá de cómo y por qué sea utilizada).
Muchas empresas explotan de manera
excesiva el concepto, lo que está llevándoles a minar la paciencia de sus clientes,
al sentir éstos que son objeto de ofertas excesivas con el simple objetivo de
que adquieran los productos y/o servicios que se le ofrecen.
Sin embargo, la venta cruzada ocurre
cuando, tras escuchar al cliente y ofrecerle un producto o servicio que satisfaga
sus necesidades, se le presenta, al menos, un segundo producto o servicio que
mejore los resultados del primero, o sea complementario para el logro de
los resultados deseados.
En nuestro campo, un ejemplo
interesante sería el farmacéutico que, al dispensar una receta a
un paciente diabético, muestra interés por el estado de su piel, pues con la
diabetes tiende a resecarse, incentivando el interés del cliente en las cremas
hidratantes.
Otro ejemplo: algunos
antibióticos, antihipertensivos, antidepresivos, AINE, o anticonceptivos orales
son fotosensibilizantes. En estos casos, debe recomendarse al paciente una
mínima exposición a la radiación solar y el uso de protectores solares.
LO PRIMERO ES ESCUCHAR AL CLIENTE
El concepto de “escuchar al cliente” cubre tanto la escucha como la indagación sobre sus necesidades. Una vez se tenga clara las necesidades, ayudar
al consumidor, dando solución a problemas que puede que desconozca a través
de la recomendación de un segundo o más productos. De este modo el vendedor satisface
al cliente, lo fideliza y da valor añadido a su actividad, diferenciándose
así de la competencia. Esto además significa que innova en la atención al
consumidor, algo muy necesario en tiempos difíciles como los actuales.
Supongamos que un paciente entra
en la farmacia y nos solicita una bolsa de frío/calor. Como farmacéuticos nos
interesaremos por su salud y preguntaremos si se ha lesionado haciendo algún
deporte o tiene alguna contusión.
Este paciente nos comenta que ha
estado jugando al tenis (deporte que suele practicar a menudo) y que siempre
después de jugar le duele el codo. Un amigo le recomendó usar una bolsa de
frío/calor que iba muy bien.
Puede comentarse que este tipo de
lesión puede ser una lesión más crónica llamada “codo de tenista” y que además
de aplicar calor en la zona, el uso de AINE es positivo para aliviar ó eliminar
el dolor y la inflamación, ya sea en aplicación tópica (cremas y geles) o
ingeridos.
También se recomienda el uso de
bandas de epicondilitis, que ayudan a aliviar los dolores para poder realizar
las tareas cotidianas y empezar nuevamente con la actividad deportiva de forma
suave. A colación con esta medida, debe recordarse que la reeducación
postural es la medida más efectiva. Corrigiendo los movimientos, se evitan
los vicios posturales tan nocivos para las estructuras tendinosas.
NO ES AUMENTAR EL TIQUE SINO
SATISFACER NECESIDADES
Una venta cruzada no consiste
simplemente en vender más ofreciendo productos indiscriminadamente
a los clientes, ni en vender más de lo mismo a los clientes de toda la vida,
aprovechando su confianza en el farmacéutico. No se trata de forzar al
cliente a que compre más cosas de las que tenía pensado, porque aunque
consiguiésemos convencerlo, quizás a posteriori se sienta un poco engañado,
sino de “facilitarle” las cosas, ofrecérselo o ponérselo en bandeja, pero sin
que se sienta presionado a realizar esa compra a mayores.
Aunque no adquiera el producto
adicional, el cliente se retirará con la percepción de que puede contar con
nosotros, para ayudarle a tomar la mejor decisión de compra, y el
conocimiento de que contamos con una gama de productos o servicios que podría
requerir en el futuro.
Recuerde que el incremento de
ingresos, más que el objetivo principal, es una consecuencia del que sería su
fin prioritario: maximizar el valor del cliente. A partir de las necesidades
explícitas del usuario, busca satisfacer una necesidad oculta del comprador,
cuando ya está adquiriendo un producto inicial. Esa necesidad oculta nace de la
observación de los compradores, aunque sea desconocida para el comprador es
predecible para el vendedor.
Entiendo que estos tiempos que corren
son complicados, ya que los números han de salir, y las ventas no terminan de
salir en muchos negocios. Pero siempre es preferible no forzar al cliente,
pues no podemos olvidar que nuestra empresa es un proyecto de largo plazo,
y que con acciones comerciales masivas y precipitadas podemos condenarlo al
fracaso. Una experiencia positiva aumenta las ventas, permite las ventas
cruzadas, fideliza al cliente y lo convierte en prescriptor (recomienda
nuestra empresa).
POSDATA:
Esta entrada fue publicada
originalmente el 1 de septiembre de 2013 en el blog “El rincón de Linimento.
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