viernes, 28 de septiembre de 2018

Cómo vender más usando principios de psicología 4: El principio de aprobación o conformidad social

A lo largo de varias entradas estamos explicando los principios de influencia descritos por Cialdini. Ya hemos expuesto el principio de reciprocidad, el principio de coherencia y el principio de autoridad, hoy dedicaremos la entrada al 4º principio de influencia:
EL PRINCIPIO DE APROBACIÓN O CONFORMIDAD SOCIAL
El principio de aprobación o conformidad social, también conocido informalmente como el “efecto manada”, hace referencia a la tendencia del ser humano a imitar el comportamiento de los semejantes de forma automática e irracional.
Este principio de aprobación social afirma que: “descubrimos lo correcto enterándonos de la opinión de los demás sobre lo correcto”, y se traduce en que consideramos una acción como la más apropiada si los demás también a realizan. Un ejemplo de aplicación de este principio de conformidad es el usar risas grabadas en los programas de humor para provocar que nos riamos.
En una situación determinada, vemos un comportamiento como más correcto según el grado en que observamos que otros lo realizan, esto es, si la conducta de otro coincide con la nuestra, consideramos que nuestra forma de actuar es más correcta.
Una aplicación de ello puede observarse en “el bote de las propinas”: los camareros  para mejorar la predisposición de la gente a otorgar propinas, agregan dinero propio al tarro de las mismas.
El principio de aprobación/conformidad social opera con todo su poder cuando observamos el comportamiento de aquellas personas que nos son similares. Su conducta nos proporciona la mejor visión de lo que constituye un comportamiento correcto y nos sentimos más inclinados a imitar su comportamiento que el de otros individuos con los que tenemos pocas cosas en común.
Un ejemplo que plasma este tipo de situaciones es el homicidio de Catherine Genovese, (en marzo de 1964). El asesino se tomó 35 minutos en golpear, torturar, y apuñalar hasta la muerte, mientras Durante esa media hora, Catherine gritó de dolor y pidiendo ayuda. Sin embargo, pese a haber 38 testigos del asesinato, ninguno acudió a la policía, se quedaron en sus balcones. 2 psicólogos Latane y Darley especularon que la explicación más probable residía en el gran número de personas que fueron testigos. Puesto que todas se vieron sorprendidas con esta situación poco usual, nadie tuvo ninguna idea más efectiva que el observar a los demás (los vecinos se encontraban en su mayoría en los balcones al momento del acto criminal) para imitar su comportamiento; el problema recayó en que los demás vecinos actuaron de manera similar: limitarse a imitar el comportamiento de los demás, lo que se tradujo en pasividad.
Para poner a prueba su hipótesis plantearon un experimento: Un actor fingiría estar teniendo convulsiones epilépticas. Al hacerlo frente a un solo individuo. En un 85% de los casos, el actor recibió ayuda por parte del sujeto. Pero cuando se repitió la experiencia frente a grupos de no menos de 5 personas, solamente en un 31% de los casos se acudió por auxilio (1). Otra vez, la pasividad ocasionada por el imitar a los demás (debido a que era una situación de gran incertidumbre con la cual no se tiene ninguna referencia de lo que sería un comportamiento adecuado).
De hecho cuando se produce un accidente en la calle, está comprobado que si solamente hay una o dos personas socorren de inmediato al herido, si hay más gente todos pasan de largo. ¿Por qué ocurre?, todos piensan que no pasa nada especial, que alguien se ocupará.
El pasado abril (de 2018), un atleta que lideraba una maratón en Australia se desplomó en el suelo, realizando gestos dramáticos. Sin que nadie, entre la decena larga de espectadores que estaban a centímetros del corredor, se decidiera a socorrerle. Las asistencias de carrera tardaron casi dos minutos en llegar. Mientras se sumaron más espectadores que llegaron corriendo. Pero nadie auxilió al corredorEl público se limitó a hacer fotos y vídeos.
La única forma efectiva de conseguir auxilio en circunstancias de este tipo es pidiéndolo explícitamente: “llamen a un médico, la policía, los bomberos, etc.”, si nadie lo pide, nadie lo hará.
Esta predisposición a calificar a una conducta como más apropiada cuando mucha gente la está llevando al cabo, es en cierto modo, útil. Creemos que actuar como lo hacen todos los demás, nos lleva a cometer menos errores; y a su vez, economiza energías al proveer un atajo que señala como actuar. Sin embargo, es aquí donde yace el peligro: actuar instintivamente sin razonar, te deja en una posición vulnerable para ser manipulado.
DOS FACTORES INCREMENTAN LA INFLUENCIA DEL PRINCIPIO DE CONFORMIDAD SOCIAL: SIMILARIDAD E INCERTIDUMBRE
La similaridad es un factor esencial para la aplicación del principio de conformidad social. Se ha notado una mayor tendencia a imitar el comportamiento de las masas, cuando se observa en individuos del mismo contexto socio-cultural. Asimismo se ha podido apreciar que mientras más diferencias existan menor es la tendencia a imitar el comportamiento.
Un experimento ideado por un profesor de psicología de la universidad de Columbia lo verificó:
Los neoyorkinos estuvieron más predispuestos a devolver una cartera encontrada al descubrir que un compatriota estadounidense había intentado devolverla (pero aparentemente la había perdido el también antes de llevar al cabo su buena acción), que cuando la billetera había intentado ser devuelta por un extranjero. Se devolvieron un 70% de las billeteras que el compatriota estadounidense había intentado devolver; cuando las billeteras habían intentado ser devueltas por un extranjero, el ratio de billeteras devueltas fue muy inferior: 33% (2).
Otro factor que incrementa la influencia del principio de conformidad social es la incertidumbre. En otras palabras enfrentarse a una situación ambigua y extraordinaria donde no se tenga una referencia sobre cómo actuar. En este caso, las personas tenderán a permanecer pasivas expectantes a que alguien dé un paso al frente y sepa cómo enfrentar la situación.
HAY 2 TÁCTICAS DE VENTAS BASADAS EN LA CONFORMIDAD SOCIAL:
El heurístico en el que se basa puede definirse como: se debe ser más proclive a aceptar una petición o realizar un comportamiento si es consistente con lo que hacen o piensan personas similares a nosotros.
1.- LO QUE HACE LA MAYORÍA
Se presenta una acción como lógica porque la hace la mayoría. Se dirige especialmente a un grupo que se toma como blanco de influencia (incrementa la influencia debido a que se suscita un sentimiento de identidad y tendencia a imitar a los similares).
Ejemplos: Al publicar encuestas previas a las elecciones, las personas que no tienen su voto definido se decantarán más fácilmente por lo que vote la mayoría.
Eslóganes como “el producto más vendido” o “me lo quitan de las manos” nos hace pensar que si hay mucha gente que valora ese producto, es porque será realmente bueno.
2.- LISTA DE PERSONAS SEMEJANTES
Es una táctica basada en la imitación, por ejemplo, al pedir firmas para apoyar una causa, al acompañar la petición con una larga lista de personas similares que ya lo han hecho, favorece la aceptación a firmar. Cuanto mayor es la lista más probable es que se acceda a la petición.
Una variante es utilizar testimonios de “personas corrientes”
Los publicistas conscientes de que una de las maneras más eficientes de vender un producto, a una audiencia corriente (que a su vez constituye el mayor segmento del mercado), es demostrar que otras personas igualmente corrientes lo utilizan y les gusta.
Les pongo como ejemplo este vídeo de la Campaña "Tú y tu farmacia", puesta en marcha por el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, para poner el acento sobre el valor social de la Farmacia. En esta campaña, como podréis ver, los protagonistas son los pacientes, que nos cuentan en primera persona qué significa para ellos, en su día a día, el trabajo del farmacéutico.
No  obstante, pese a que pretenden trasmitir espontaneidad, la mayoría de estos testimonios incluyen una sutil distorsión de la realidad.
Sólo vemos testimonios que hablan positivamente de un producto/servicio, y no otros que expresan su disconformidad, formulan una queja o relatan una mala experiencia. Como resultado, nuestra idea de apoyo social que goza un producto/servicio es unilateral. A veces incluso, se recurre a falsificaciones más descaradas, como cuando los productores de los anuncios publicitarios ni siquiera se molestan en pedir testimonios auténticos, sino que emplean para ese fin a actores profesionales.
NOTAS:
(1).- Darley, J. M., Latane, B. (1968). Bystander intervention in emergencies: Diffusion of responsibility. Journal of Personality and Social Psychology, 8(4, Pt.1), 377-383.
(2).- Hornstein, H. A., Fisch, E., Holmes, M. (1968). Influence of a model's feeling about his behavior and his relevance as a comparison other on observers' helping behaviorJournal of Personality and Social Psychology, 10(3), 222-226.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Campañas y promociones en la farmacia 3. Ejecución de campañas y promociones

Las campañas y promociones nos permiten crear expectación entre los clientes de nuestras farmacias. Intensificando su interés en visitarnos. Además, son un recurso muy eficiente para descubrirles la necesidad de adquirir nuestros productos. También pueden emplearse para dar a conocer productos nuevos, para aumentar la rotación de algunos artículos, o para eliminar existencias de otros con menor rotación.
Toda campaña requiere un trabajo previo de planificación. Hay que conocer previamente cuál será el público al que va dirigida y, sobre todo, plantear qué se va a decir, y cómo se comunicará. Bien a través de cartelería específica, o exponiendo el producto en una zona caliente de la farmacia,… Debe conocerse con qué recursos (incluyendo qué canales) y con qué presupuesto se pueden contar. También ha de especificarse el calendario de la campaña, porque las campañas tienen fecha de caducidad (recuerden que las campañas y promociones tienen una duración limitada), para poder incentivar las compras por impulso. Así debe percibirlo el cliente.

EJECUCIÓN DE LA CAMPAÑA

Para la preparación y realización de una campaña promocional en una farmacia se siguen los siguientes pasos:

1.- Justificación de la campaña

¿Por qué haremos esa campaña promocional? ¿Por qué se ha elegido ese momento? ¿Por qué esa temática?...

Por ejemplo, para el mes de octubre realizaremos una campaña de promoción de "productos para la caída del cabello", pues deseamos potenciar  la categoría "cuidado capilar". La subcategoría "caída del pelo" presenta cierto carácter estacional con un incremento de ventas durante el otoño. Hemos decidido aprovechar la oferta de un laboratorio, que apoyará nuestra promoción y nos facilitará material y productos para la misma.

2.- Definición de  la campaña

En ella se eligen los productos que van a ser el eje de la campaña (champús y ampollas para la caída del pelo). Se escoge un lema, el lema probablemente sea lo más importante de toda la campaña, ya que en torno a él gira todo el mensaje publicitario, y a él se refieren todos los productos que integran la campaña (por ejemplo: ¡Ponle fin al pelo débil!, o recupera tu densidad capilar).

También se fija la duración, se plantea un objetivo potencial de ventas (a partir de las ventas del mes anterior y de los 13 últimos meses de esos productos que constituyen el eje de la promoción), y se fija un presupuesto del coste que acarreará (especialmente en la señalética  –cartelería: estopores (stoppers), indicadores de ofertas y precios,.. –, que se empleará, y el escaparatismo), pero también de lo que se necesitará para comprar los productos.

También hemos de decidir qué tipo de promoción ofrecer:
- Dar un porcentaje de descuento sobre el precio
- Crear paquetes, regalando un producto complementario con el producto eje
- Cupones descuento para próximas compras
- Realizar un concurso...
En cualquier caso, si nos decidimos por efectuar un descuento sobre el precio, previamente debe conocerse el punto muerto promocional y el umbral de ventas adicionales, que van a condicionar el objetivo potencial de ventas.

El punto muerto promocional es el número de unidades que debemos vender para obtener el mismo beneficio que sin promoción.

El umbral de ventas adicionales es el porcentaje de ventas adicionales requerido para compensar el cambio de precio.

Ejemplo: Queremos hacer una promoción de un CHAMPÚ ANTICAÍDA, ¿cuántos champús en promoción tenemos que vender para que no afecte a la rentabilidad?

Datos:

Ventas en unidades durante el mismo mes del año anterior: 4 unidades

PVP: 14.3 € (coste 9.97)

Margen unitario en €: 4.33 €

PVP promoción: 12 € (descuento: 15% aprox.)

Cálculos:        PMP = 4 x 4.33 / (4.33 - 2.3)  = 8.53

Las unidades totales de venta durante el mes de la promoción tienen que ser como mínimo de 9 unidades para no perder dinero con esta acción promocional en concreto. Por tanto, tenemos que aumentar las ventas en 5 unidades respecto el año anterior.

Sin embargo, tenemos suerte. Hay una oferta y podemos adquirirlo con un 9% de descuento (el coste ha bajado hasta 9.48 € y la diferencia entre margen unitario y coste unitario promoción es ahora de 2.52).

Calculamos:     PMP = 4 x 4.33 / 2.52 = 6.87

De tal suerte que, el mínimo de ventas es de 7 unidades. (Aún así, casi hemos de duplicar las ventas).

Una vez calculado el incremento de ventas que hemos de conseguir con la promoción, será fácil establecer el objetivo y por tanto analizar el resultado de la promoción. ¿Pensamos que podremos alcanzar este incremento de ventas? Pues adelante.

También conviene realizar un análisis de la demanda (estudio de la publicidad de medios masivos y de las tendencias para la temporada), un análisis de la competencia: revisar que hacen otras farmacias de la zona, u otros establecimientos (como herboristerías, perfumerías y grandes superficies), que puedan competir con la farmacia. Porque si elegimos promocionar un artículo que nuestros clientes no necesitan (y en consecuencia no demandan), o nuestra competencia tiene mejor oferta, la campaña está abocada al fracaso.

Y estudiar si existen oportunidades durante la campaña para trabajar productos de los que se tiene un exceso de stock que coinciden con el lema  y los objetivos de la campaña, y que puedan ser promocionados juntos. Por ejemplo: esta campaña (sobre caída del pelo), nos ofrece la oportunidad de recomendar un champú para caspa grasa (entre un 60-70% de la alopecia difusa está relacionado con exuberancia de la glándula sebácea), o aconsejar soluciones de minoxidilo, etc. En una campaña sobre alergia primaveral, además del tratamiento convencional (antihistamínico oral, descongestivo nasal, y colirio antihistamínico), podrían recomendarse productos como soluciones salinas, mascarillas, o vaselina para labios que pueden ser útiles para el paciente. En otra campaña sobre el dolor de espalda (cuyo eje  residía en el complejo de vitamina B), analicé que existencias teníamos de AINE orales y tópicos, fajas, geles de frío-calor, e incluso de valeriana (que podría facilitar el descanso nocturno).

3.- Establecimiento de la estrategia de la campaña

En esta fase se concreta el objetivo que se quiere conseguir (por ejemplo: aumento de la cifra de venta del “producto eje” respecto al año anterior, y reducción de stock de los productos oportunidad), y se diseña la promoción pensando cómo se trasladará al escaparate y al interior de la farmacia (cartelería y exposición masiva de producto).

Para dar visibilidad a la campaña se empleará un cartel de 0.5 m2, estopores con el mismo lema y cajas expositoras o regletas para destacar los productos eje en el lineal. También se creará un escaparate específico.

Los productos eje se ubicarán en un lugar destacado y muy visitado de la farmacia (zona caliente). Preferiblemente cercano al mostrador, que permita al equipo promocionarlo con facilidad.

Tampoco olviden que junto a estos elementos estáticos de promoción, la farmacia puede emprender una serie de actividades que pueden fomentar el conocimiento de los productos, como por ejemplo: charlas informativas o demostraciones de producto.

4.- Programación de la campaña

Antes de  ponerla en marcha, es preciso trabajar arduamente en:

a).- Información/formación del equipo

El éxito de la campaña depende casi más de las personas que la ponen en práctica que de su proceso de diseño y ejecución. Sólo si todo el equipo está informado, formado, motivado e implicado la campaña será efectiva.

Una forma efectiva de conseguir que todo el equipo se sienta implicado es utilizar la lluvia de ideas  (brainstorming), como herramienta para facilitar el surgimiento de ideas sobre el tema de la campaña. Esta técnica da la oportunidad de hacer sugerencias a todo el equipo de la farmacia y aprovecha la capacidad creativa de todos sus miembros.

b).- Argumentario. ¿Qué argumentos se comunicarán al cliente?

Recodemos que un buen vendedor no “coloca productos” sino que proporciona satisfacción a las necesidades de sus clientes ofreciendo soluciones y beneficios personalizados. La mejor forma de conseguirlo es tener preparado un pequeño argumentario de los productos que integran la campaña, de forma que se conozcan a fondo los beneficios que aportan,  las ventajas sobre otros productos del mismo segmento y las oportunidades para el cliente.
c).- Asegurar que se dispone de existencias suficientes
Pues ofrecer un producto que ya no se tiene no es plato de buen gusto para nadie.

5.- Evaluación y seguimiento de la campaña

Para hacer un adecuado seguimiento del desarrollo de la campaña y evaluar sus resultados se debe prestar atención a los siguientes elementos:

1.- Aumento del volumen de ventas: Durante el período en que la campaña está activa se deberá controlar que se está cumpliendo el objetivo inicial de aumento del volumen de ventas y garantizar que haya stock suficiente de productos para cubrir las posibles ventas.

¿Se ha mejorado el objetivo inicial? ¿No se ha alcanzado? En este segundo caso habremos de detenernos a conocer los motivos: ¿Ha fallado alguna acción? ¿La promoción no fue suficiente? ¿El precio era inadecuado? ¿Los objetivos fueron demasiado ambiciosos?...

Asimismo, acabada la campaña, es necesario efectuar un análisis del sobrante, tanto de productos como de material promocional, para decidir si son incluidos en futuras campañas.

2.- Índice de impacto. El éxito de una campaña se puede medir en función de la atracción que provoca (se mide relacionando el número de personas que se interesan por la campaña o alguno de los artículos promocionados con el total de personas que entran en la farmacia) y la motivación a la compra que despierta (se mide comparando la cifra de ventas de los artículos en campaña con las ventas totales de la farmacia). Otros índices valoran también las compras de productos distintos a los promocionados, posiblemente realizadas por los clientes que han visto la campaña o el escaparate.

3.- Satisfacción. Quizá la mejor forma de determinar si a nuestros clientes les ha gustado la campaña, o si han visto satisfecha alguna de sus necesidades o deseos de compra, es preguntárselo directamente. Una breve encuesta o una entrevista con nuestros clientes de más confianza nos proporcionarán datos para un análisis más subjetivo, pero no por ello menos interesante.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Cómo vender más usando principios de psicología 3: El principio de Autoridad

Continuamos con entradas dedicadas a explicar los principios de influencia descritos por Cialdini. Tras explicar el principio de reciprocidad y el principio de coherencia, hoy dedicaremos la entrada al principio de influencia que (incluso de forma inconsciente), más empleo en el mostrador:
EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD
La sociedad nos ha condicionado en gran medida para que obedezcamos a las figuras de autoridad o liderazgo. Cuando recibimos un mensaje de una autoridad legítima tendemos a darle crédito sin discutir, por encima de otros aspectos de la realidad. Incluso, se han documentado accidentes de avión en los que los copilotos eran incapaces de decirle al capitán que se estaba equivocando, incluso cuando estaba en juego literalmente su vida.
Este principio es útil y justificable, ya que al poseer una estructura jerárquica donde unos pocos se encargan de organizar y enfocar correctamente a los demás (y no donde cada individuo actúa independientemente), la Sociedad se vuelve más productiva y eficiente. Permite el desarrollo de estructuras sofisticadas para la producción de bienes y servicios, el comercio, el control social, la defensa, o el actuar con eficacia frente a catástrofes o epidemias, Sin el principio de autoridad, la Sociedad peligraría o se vería sumida en la anarquía. En consecuencia, la gran mayoría de las personas son entrenadas desde la infancia para considerar la obediencia a la autoridad como una conducta ideal, y a la desobediencia como incorrecta e incluso inmoral.
Los experimentos realizados por Stanley Milgram en la universidad de Yale (1), demostraron que la gente seguía las instrucciones de un hombre que era considerado un experto, y torturaban (aplicando descargas eléctricas) a otro que estaba sufriendo las consecuencias del experimento. El experimento mostró que tan ciegamente pueden actuar las personas, sólo para complacer la norma moral de la obediencia a la autoridad. Continuaron con la tortura incluso cuando ellos mismos exclamaban su oposición a continuar con el experimento (incluso algunos llegaron a llorar por lo que estaban cometiendo), y aún así prosiguieron. Lo que los llevó a actuar de forma tan despiadada fue el profesor Milgram, quien los instaba a continuar a pesar del visible sufrimiento de quien sufría las descargas.
Estamos más predispuestos a dejarnos influenciar cuando somos interpelados por una autoridad. Esto no tiene que ver con la coacción o con el poder, sino con el aura de credibilidad y estatus que la autoridad supone.
La clave para utilizar la autoridad como arma de persuasión e influencia está en lograr ser percibido como una autoridad (sin importar la legitimidad de la misma).
Para ello se utilizan los símbolos que suelen acompañar a la autoridad.
Los principales símbolos de la autoridad son tres:
1.- Títulos y credenciales académicas
Títulos diplomas y honores son formas efectivas de incrementar la autoridad percibida por las demás personas.
De entre los símbolos de autoridad, los títulos son a la vez los más fáciles y los más difíciles de adquirir. Difíciles, porque requieren años de trabajo y estudio para obtenerse; fáciles porque basta con que alguien los asuma, incluso falsamente -como en un anuncio televisivo-, para concitar un respeto casi automático.
De tal suerte, una táctica habitual que utiliza el principio de autoridad es el testimonio de un “experto”:
Puesto que es suficiente una apariencia de autoridad para que el público acepte el mensaje, se crean anuncios publicitarios donde un médico recomienda un producto sanitario, un dentista una pasta de dientes o un farmacéutico recomienda un tratamiento antipiojos
Nos dejamos influenciar por las personas que consideramos expertos o referentes en un tema concreto. Un experto en el tema va a tener mejor criterio que otros. Por ello el vendedor debería ser un experto en su campo de trabajo, y ser percibido por los clientes como una autoridad en el campo especifico que cubra los productos/servicios que vende.
2.- Indumentaria, vestir de traje, uniformes. 
La vestimenta es otra forma esencial de adquirir autoridad casi inmediatamente. El uniforme característico de ciertas profesiones (como la bata blanca de los médicos), desencadena respuestas automáticas de acatamiento en personas que normalmente se cuestionarían si tienen que hacer caso necesariamente a lo que se les indica.
El psicólogo social Leonard Bickman puso a prueba la influencia que llega a tener la vestimenta en un sencillo experimento (2). El procedimiento básico consistía en hacer a los transeúntes peticiones: recoger un papel del suelo, o colocarse al otro lado del indicador de una parada de autobús. Cuando el solicitante llevaba un uniforme de guarda muchas más personas atendían a la petición.
Alguien vestido de traje y corbata, sobre todo si es azul marino, causa una impresión favorable inmediata incluso entre desconocidos.
Lefkowitz, Blake y Mouton realizaron otro experimento: un treintañero debía cruzar la calle con un semáforo en rojo. Cuando el hombre vestía traje y corbata, le seguían muchos más peatones (en la infracción), que cuando llevaba camisa y pantalones de trabajo.
3.- Bienes de lujo indicativos de alto estatus
Al igual que la vestimenta, automóviles de lujo y joyas (que reflejan estatus y alta posición), actúa de la misma manera.
Una interesante investigación (Dobb y Cross) mostró que los conductores esperan bastante más tiempo a usar el claxon ante un automóvil detenido en un semáforo en verde cuando era un vehículo de alta gama que si era uno normal (4).
En la farmacia empleamos los símbolos de autoridad: atendemos vistiendo un uniforme que denota autoridad (bata blanca), y con una placa que indica que poseemos un título (farmacéutico) que nos califica como experto en medicamentos.
Finalmente, a la hora de aplicar el principio de autoridad, no se debe soslayar el lenguaje corporal: Tomar una postura de autoridad y superioridad (por ejemplo: frente en alto, hombros hacia atrás, estómago hacia adentro, y una mirada asertiva) puede incrementar significativamente la capacidad de influencia.
NOTAS:
(1).- Milgram, S. (1963). Behavioral Study of obedience. The Journal of Abnormal and Social Psychology, 67(4): 371-378.
El experimento de Milgram exclamaba que buscaba medir la relación entre la memoria y el dolor: un individuo encerrado en una habitación tendría que memorizar cierta información y recitarla, y por cada vez que se equivocara, se le aplicarían descargas eléctricas, cuyo voltaje aumentaría progresivamente con cada error, comenzando por los 10 voltios hasta los 450. Un actor sería el que ocuparía ese papel (y obviamente, no se le aplicaría tortura de ningún tipo). Luego estaría el individuo estudiado (que claramente no sabía que en realidad las descargas eléctricas serían ficticias) que controlaría que lo recitado por el actor fuera correcto, y lo electrocutaría en caso de que se equivoque. Por último el profesor Milgram estaría junto al individuo estudiado, controlando el experimento, y guiando el aumento de voltaje aplicado al actor.
En una primera etapa el actor exclamaría que golpes de electricidad eran leves; luego se quejaría del dolor pero sin presentar excesiva molestia; en una tercera etapa confesaría que el dolor era intolerable; en una cuarta etapa el actor gritaría por cada shock ocasionado; luego en la anteúltima etapa el actor tendría convulsiones ocasionadas por la electricidad, gritaría histéricamente exclamando que se negaría a continuar respondiendo, a menudo pateando la silla donde se encontraba sentado, intentando inútilmente deshacerse de los cable que le ocasionaban el dolor; y por último, la electricidad sería tan fuerte que paralizaría al actor, quien dejaría de responder y moverse (vegetativo).
El profesor Milgram buscaría que el individuo estudiado llegue al final y aplique los 450 voltios (una cantidad excesiva que en la vida real podría ocasionar daños fisiológicos irreparables). Antes del experimento se entrevistaron a varios psicólogos para dar su opinión respecto a cuáles serían los resultados, y la mayoría expreso que menos del 2% de los sujetos examinados se atreverían a descargar los 450 voltios (y que serían casos excepcionales de sadismo).
Los resultados fueron contra-intuitivos: Los sujetos estudiados que actuaron en contra de su sentido moral, no se detuvieron hasta llegar a los 300 voltios, y aún así, fueron muy pocos los que se detuvieron. De los cuarenta individuos estudiados el 85% llego a aplicar los 450 voltios, incluso cuando ellos mismos exclamaban su oposición a continuar con el experimento. Lo que los llevó a actuar de forma tan despiadada fue el profesor Milgram, quien los instaba a continuar a pesar del visible sufrimiento del hombre que recibía las descargas.
El profesor Milgram concluyó que estos resultados no se debían a que los individuos estudiados eran sádicos insensibles (ya que los sujetos de estudio representaban a una gran variedad de contextos sociales económica, educacional, religiosa y racialmente). Esto por otro lado, se debía al condicionamiento tan intenso que sufren las personas de obedecer a la autoridad, que fue lo que las llevó a comportarse en contra de lo que claramente hubieran hecho si no hubiese sido por la presencia del profesor (figura de autoridad). Algunas de las personas estudiadas llegaron a llorar por lo que estaban cometiendo, y aún así, continuaron hasta los 450 voltios.
Este experimento nos muestra que tan ciegamente pueden actuar las personas solo para complacer la norma moral de la obediencia a la autoridad. Es por esta razón que se debe tener extremo escepticismo frente a las figuras de autoridad de cualquier tipo, ya que tienen más poder sobre el comportamiento de las personas de lo que muchas de ellas pueden creer. Es posible dibujar paralelos entre los individuos que formaron parte del experimento del profesor Milgram, y la población alemana de luteranos y católicos, que apoyo a su líder nazi, aún cuando sus valores religiosos y morales estaban visiblemente en contra de las atrocidades que el nazismo predicó y llevó al cabo.

(2).- Bickman L. The Social Power of a Uniform. Journal of Applied Social Psychology, 1974. 4(4): 47-6.

(3).- Lefkowitz M. Blake RR. Mouton JS. Status factors in pedestrian violation of traffic signals. Journal Abnorm Psychol. 1955. Nov, 51 (3): 704-6.

(4).- Robert Cialdini. Influencia. Ciencia y práctica. Ed: JM Sastre. Barcelona 1990.