En la entrada anterior vimos que:
La
tendencia a ser coherentes en nuestras acciones es tan fuerte que nos puede
obligar a hacer aquello que normalmente no haríamos o que no es de nuestro
interés. La coherencia es tan poderosa debido a que se trata de un rasgo de
la personalidad muy valorado. La coherencia se asocia a personas honradas. La
persona cuyas creencias, palabras y obras no se corresponden con sus acciones
es vista como indecisa, hipócrita e, incluso mentalmente inestable.
Lo
que activa en nosotros el principio de coherencia es el compromiso. Si
conseguimos que alguien se comprometa con algo, ya hemos creado las condiciones
para que siga su tendencia natural y trate de ser coherente de una manera
automática e irreflexiva.
Una
vez hemos tomado una decisión o adoptado una postura, tendremos presiones
personales e interpersonales para comportarnos de acuerdo con ese compromiso.
Esas presiones nos harán responder de una manera que justifiquemos nuestra
decisión anterior.
Si además escribimos esta postura de nuestro puño y letra, su poder de compromiso todavía es más acentuado. y si o hacemos público, aún seremos más reticentes a cambiar nuestra postura. De ahí que haya mucha gente que, en una discusión, se cierre en banda aunque es evidente que no tienen razón.
Existen 3 tácticas (aunque hoy sólo
veremos las 2 primeras):
1.- TÁCTICA DEL PIE EN LA PUERTA
Consiste en conseguir un compromiso inicial aunque sea de poca importancia, relacionado con nuestro objetivo. Una
vez que el cliente lo acepta, (y hayamos metido el pie en la puerta), se pide un compromiso de mayor importancia
(el que realmente se quería conseguir). Para no parecer incoherente, el receptor
sucumbe a la segunda petición.
Ejemplo: Se solicitó a un grupo de personas que colocarán una pequeña pegatina,
donde se recomendaba conducir con prudencia, en la puerta de su chalet y días
después se les pidió colocar un gran cartel en su fachada, sobre el mismo tema.
La inmensa mayoría respondió que sí al
cartel mientras que en el grupo de control (al que se les solicitó directamente
si podían colocar el cartel) tuvo un porcentaje de rechazo mucho mayor (Freedman
y Fraser).
Los resultados obtenidos se explican
porque la persona, cuando realiza el primer comportamiento, se ve a sí mismo
como alguien preocupado por la seguridad vial y que realiza conductas
coherentes con esa actitud.
Esta táctica requiere que el objetivo lleve a cabo la primera de las
acciones solicitadas.
Variables que incrementan la aceptación
- Cuando de forma explícita se
etiqueta a la persona como defensora de una causa.
- La petición inicial requiere un
esfuerzo pequeño.
- No pasa demasiado tiempo entre
ambas peticiones.
- Cuando se informa a la persona que
hay poca gente dispuesta a acceder a la 1ª petición.
Variables que reducen la eficacia de la táctica
- La segunda petición la realiza la
misma persona e inmediatamente después de la 1ª.
- Se paga a las personas por realizar
la primera petición.
EJEMPLOS DEL USO DE ESTA TÁCTICA EN VENTAS
Cuando tuvimos
que cambiar el colchón, el vendedor usó con mi esposa esta técnica: En la tienda (al no verla
muy convencida) le dijo: “no se preocupe,
le digo a los chicos que se lo lleven a casa; lo tiene allí hasta que vea otro
que le guste, y si no le gusta, me lo traigo sin compromiso”. Nosotros
aceptamos este pequeño compromiso inicial, que nos condujo a aceptar un
compromiso mayor posterior: la
compra definitiva de ese colchón.
Muchas organizaciones comerciales
emplean habitualmente este planteamiento. La estrategia de
ventas consiste en conseguir pedidos importantes empezando por otros
menores. Cualquier venta pequeña
servirá, porque la finalidad de las transacciones menores no es el beneficio,
sino el compromiso, del cual se espera que surjan compras posteriores (mucho
mayores) de forma natural. ¿Han observado que las condiciones con las que realizan el primer pedido
a un proveedor son sensiblemente mejores que las de los pedidos posteriores
(una vez que se es cliente de ese proveedor)?
Esta táctica del pie en la puerta,
la utilizo continuamente en el mostrador:
- Cliente: Buenos días, deseaba unas vitaminas.
- Farmacéutico: Bien, unas vitaminas. Permítame 2 preguntas: las vitaminas, ¿son para
usted? Y ¿qué síntomas tiene?
- Cliente: Pues ahora, tras las vacaciones, me encuentro cansado, se me hace muy
cuesta arriba el día.
- Farmacéutico: Se siente cansado, ok. ¿Come bien?
- Cliente: Pues como regular, con el trabajo como cualquier cosa fuera de casa, y
luego por la noche, tampoco hay muchas ganas de pasar mucho rato en la cocina,
¿sabe?
- Farmacéutico: Claro, no es raro. ¿Qué tal duerme?
- Cliente: Así, así. Me cuesta trabajo dormirme.
- Farmacéutico: Ya, eso provocará que durante el día se encuentre cansado. Una última
pregunta: ¿hay presente algún problema escolar, familiar, laboral…?
- Cliente: No.
- Farmacéutico: Bien recapitulemos. Se encuentra cansado y sin ánimos para llevar
adelante el día, come regular, le cuesta dormirse, y no hay presente ningún
problema reseñable. ¿Es así?
- Cliente: Sí, así es.
- Farmacéutico: Bien, le recomiendo jalea real, contiene vitaminas, minerales y
aminoácidos esenciales que hace que sea un excelente reconstituyente de las
carencias nutricionales. Además actúa como revitalizante para recuperar la
actividad general y aumentar la resistencia del organismo a la fatiga y el
esfuerzo. ¿De acuerdo? (el farmacéutico asiente)
- Cliente: De acuerdo (el cliente devuelve el asentimiento).
-Farmacéutico (tras ir a buscar la
jalea). Son X euros. También me comentó
que no duerme bien ¿verdad?
-Cliente: Sí, no duermo bien.
- Farmacéutico: Para ello, le recomiendo doxilamina, que le permitirá dormir toda la
noche. Así a la mañana siguiente se levantará descansado (el farmacéutico
de nuevo asiente)…
De tal suerte que, el farmacéutico
aprovechó la ocasión y realizó una venta cruzada.
Busco que mi cliente acepte un pequeño compromiso: admitir que he comprendido cuál es
su necesidad/problema, reconocer que tengo un producto/servicio que satisface
esa necesidad que lo trajo a mi mostrador (para eso le estoy argumentando cómo
ese artículo que le presento satisfará su necesidad). Aceptar este pequeño compromiso inicial, le
conducirá
(por coherencia) a aceptar un compromiso
mayor posterior: la compra
definitiva de ese producto/servicio. Porque puedo hablar de validar nuestros argumentos, o de conseguir cierres parciales para lograr el cierre final de la
venta. Pero como acaban de ver estoy empleando la táctica del pie en la puerta.
Otro ejemplo de la táctica del pie
en la puerta: Alguien le aborda en la
calle o le llama por teléfono para un pequeño cuestionario sin compromiso, y al
cabo de un rato de conseguir el contacto le intenta vender algo.
Así,
podríamos recibir una llamada de una compañía telefónica que nos ofrece su ADSL.
Le decimos que no tenemos tiempo para atenderlo o que no nos interesa, ante lo cual
lo más probable es que no adquiramos el ADSL. Sin
embargo, puede que nuestro intelocutor nos solicite ayuda para mejorar el
servicio, y nos ruegue que respondamos una pequeña encuesta. En este segundo caso,
y quizás condicionados por nuestros modelos educacionales, accedemos a la
petición. Como no andemos listos, el operador durante la nos hará
una oferta que es probable, nos lleve a acabar adquiriendo el paquete de ADSL, o
nos cambien la tarifa, o accedamos a comprar algún producto más de la misma
compañía.
2.- TÁCTICA DE INCLUSO UN
PENIQUE ES SUFICIENTE (incluso cinco
duros vienen bien):
Esta táctica, práctica e ingeniosamente simple, para
inducir contribuciones caritativas fue desarrollada y probada empíricamente por
Cialdini y Schroeder (en 1976) (1). Consiste en llamar la atención de las personas sobre
valores que son importantes e inducir una situación de influencia que evoque
esos valores, de forma que la persona no puede rechazar una petición pequeña
sin dejar de ser coherente con esos valores.
Su técnica implica
agregar las palabras "incluso un centavo ayudará" a su solicitud
de contribuciones.
El procedimiento
consistía en: abordar al sujeto y decir: "estoy recaudando dinero para la Sociedad Americana del Cáncer".
Luego en la mitad de los casos (la condición de control), el recaudador de
fondos añadiría: "¿estaría dispuesto
a ayudar haciendo una pequeña donación?". Mientras tanto en la otra
mitad de los casos (la condición un penique) el recaudador de fondos diría: "¿estaría dispuesto a ayudar haciendo
una pequeña donación?, incluso un centavo ayudará". Se formuló la
hipótesis de que al legitimar las pequeñas donaciones, excusas comúnmente
utilizadas sobre la falta de dinero perderían credibilidad y, por lo tanto, las
personas deberían contribuir.
Y la estrategia
funciona porque se apela al autoconcepto del individuo que se percibiría como
un tacaño si no accediera a una petición tan pequeña. La eficacia reside en que
la persona da mucho más que la petición sugerida.
La táctica es muy eficaz en la recaudación de dinero para organizaciones benéficas.
El procedimiento consiste en hacer una
petición ridícula, presentando esa aportación mínima como algo importante a
pesar de su insignificancia.
Así por ejemplo: campañas “CON SÓLO 1 EURO AL DÍA UN NIÑO PUEDE
ALIMENTARSE”, emplean esta táctica. De esta forma se
legitima que incluso una pequeña ayuda nos permite ser coherentes con nuestros
valores, ya que esa mínima contribución se presenta como muy estimable. Por
otra parte, rechazar esa petición no nos permitiría sentirnos satisfechos con
nosotros mismos ni coherentes con nuestros propios valores de solidaridad.
Lógicamente,
en la farmacia no solemos recaudar dinero para organizaciones benéficas. No
obstante, la premisa de esta táctica: una
pequeña cantidad nos permite ser coherentes con nuestro compromiso, es
utilizada en una técnica para deshacer objeciones: dividir el resultado. Pero
de las técnicas para deshacer objeciones hablaremos en futuras entradas.
NOTA:
(1).- Cialdini, Robert B. and David A. Schroeder.
“Increasing Compliance by Legitimizing Paltry Contributions: When Even a Penny
Helps”. Journal of Personality and Social Psychology, 34 (1976): 599-604.
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