sábado, 30 de junio de 2018

Vendiendo un fotoprotector en la farmacia 2. Argumentamos con beneficios no con características

Ayer, era mi día de descanso semanal, fuimos a la playa, pero tuve que hacer una “escala técnica” en una farmacia.
- Hola, quisiera un protector solar para mis hijos…
- Le recomiendo éste. Ofrece una muy alta protección, tiene un factor de protección 50+, aporta triple protección solar (protege contra la radiación UVB UVA e IR). Es resistente al agua a la fricción. Además es el más vendido.
¿Creen que fue una buena argumentación de ventas?
Voy a olvidar por un momento que directamente me ofreció un factor de protección 50+ (yo también ofrecería un factor de protección solar muy alto), o que uno de sus argumentos haya sido “es el más vendido” (un intento de utilizar la aprobación social como técnica de influencia). Deseo concentrarme en un hecho: el farmacéutico me ha descrito las características más sobresalientes de ese producto, que por cierto ya conocía porque vienen en la etiqueta del producto.
Esta experiencia de compra se produce en muchos establecimientos. Porque pese a ser un concepto relativamente simple, la publicidad está plagada de características del producto, en lugar comunicar beneficios.
Muchos vendedores están tan enamorados de los productos y/o servicios que ofertan, que han perdido de vista al verdadero rey del negocio: el cliente.
Pese a que todas las acciones del cliente giran alrededor de la pregunta: “¿QUÉ GANO YO CON ESTO?
Las personas normalmente no atienden cuando alguien les explica las características lo que se está ofreciendo. Lo único que interesa a los clientes es encontrar la respuesta a la pregunta anterior  ¿qué beneficios les aportará la compra?
De tal suerte, dejemos de hablar de características y empecemos a hablar de beneficios. Pero tengamos claro la diferencia, porque existe una delgada línea que separa características y beneficios:

1.- CARACTERÍSTICAS

Describen lo que el producto o servicio es. Las características están relacionadas con los elementos físicos de un producto/servicio. Son observables, fáciles de medir, generales y relacionadas con la naturaleza del producto o servicio. Por ejemplo:
Muy alta protección, triple protección solar (frente a UVB, UVA e IR), resistente al agua y la fricción…

2.- VENTAJAS

Son características de un producto/servicio que lo hacen mejor si se le compara con sus competidores directos. Por ejemplo:
Su dosificador permite gastar sólo la cantidad justa, está en promoción y trae un 30% de regalo, contiene filtros biológicos, es “wet skin” (eficaz sobre piel mojada).
Muchas veces, cuando estamos vendiendo y defendiendo nuestros productos/servicios, no nos damos cuenta de lo fácil que es acabar hablando de nosotros, de nuestras ventajas, de lo mejor que somos respecto a la competencia.
Aunque pensemos que describir nuestras características nos ayuda a vender, lo que hace es alejarnos del que nos escucha, a nadie le importa el detalle de las características que conforman nuestros artículos, ni siquiera lo mejor que somos en determinados aspectos respecto a otras opciones.
Dale Carnegie afirma que: a todo el mundo le gusta hablar y escuchar hablar de uno mismo. Sin embargo, hablar demasiado de ti hace que la otra persona piense que no le interesas demasiado, que no te importan mucho sus problemas, y lo que es peor, se cansará.

3.- BENEFICIOS

Beneficio es el provecho, la conveniencia, el fruto o el interés que se obtiene de algo.
A diferencia de las características y las ventajas, los beneficios viven en la percepción del cliente. Los beneficios de tu producto/servicio siempre lo son para el usuario, y además, son diferentes para cada uno. Por tanto, hablar de beneficios supone hablar del cliente, de cómo nuestro producto se adapta a su realidad y cómo le va a ayudar en su caso concreto.
Un beneficio es el uso positivo que un cliente hace de una característica del producto o servicio, y que le ayuda a cubrir una necesidad o deseo específico.
A veces es difícil ver la pequeña diferencia entre ventaja y beneficio, pero si el cliente nota el provecho para él, en la característica mencionada, vamos por buen camino.
Ejemplos de beneficios serían:
Se extiende fácilmente, proporciona un acabado sedoso y sin brillo, puede aplicarse sobre piel mojada (no requiere secarse primero), potencia el sistema inmunitario de la piel de su niño…
Pero déjenme volver un momento a la argumentación anterior del fotoprotector:
- Le recomiendo éste. Ofrece una muy alta protección, tiene un factor de protección 50+, aporta triple protección solar (protege contra la radicación UVB UVA e IR). Es resistente al agua a la fricción. Además es el más vendido.
Y permitan que les pregunte: ¿Hay alguna diferencia  entre lo que me dijo el vendedor y lo que leí en la etiqueta?
El compañero farmacéutico, que me ha ofrecido el fotoprotector, probablemente ignora lo que todo comprador interesado desea: que le expliquen qué significa esa característica para él, después de conocer qué es realmente lo que necesita o qué desea solucionar con el producto/servicio que ha solicitado.
UN PROTOCOLO PARA ARGUMENTAR
El argumento consiste en exponer el beneficio que el producto/servicio ofrecido reportará a un cliente concreto. Porque el producto/servicio no se vende por lo que es sino por lo que puede hacer por el cliente, esto es, por la utilidad que le reportará.
Así pues, debemos hablarle de los beneficios que obtendrá modificando nuestro discurso a su realidad. De tal suerte que favorezcamos que nuestro interlocutor visualice de manera directa y clara el retorno que obtiene al comprar, en su caso el fotoprotector.
Buena extensibilidad y rápida absorción, apenas hay que masajear para aplicarla.
Proporciona un acabado sedoso y sin brillo.
No blanquea, o no deja residuo sobre la piel.
Se absorbe rápidamente dejando sensación fresca y agradable
Resistente al agua, es perfecta para que jueguen en la piscina o la playa
¡Eso sí lo entiende el cliente!
Por tanto, las características deben ir acompañadas de los beneficios que aportará (al cliente) su compra
También utilizaremos  “un puente, un enlace” entre la característica y el beneficio, que servirá para introducir al cliente en la cadena lógica: “lo que significa que usted...”, “de esta forma usted podrá...”, “lo que permitirá que usted...”, “esto es importante para usted, porque...” 
Un ejemplo:
Características:        “contiene filtros biológicos como vitamina E y dexpantenol"
Puente:                    “esto es importante para usted, porque…”
Beneficios:         “mejora la hidratación y potencia la función barrera de la piel lo que lo hace especialmente indicado para la delicada piel de los niños, incluso es apto para pieles atópicas”
Les pongo otros ejemplos (que he empleado para argumentar fotoprotectores faciales):
Características:    “aporta vitaminas y antioxidantes que evitan la formación de radicales libres producidos por la radiación solar"
Puente:                    “de esta forma usted…”
Beneficios:               “ve notablemente reducidos los signos del  envejecimiento de la piel”
Otro ejemplo más:
Características:        “es una crema con color"
Puente:                    “lo que permitirá que usted…”

Beneficios:               “tenga un tono muy natural para un perfecto efecto buena cara"

Finalmente (tras exponer el beneficio), no olvidaremos la VALIDACIÓN:

Cuando hayamos logrado implementar una secuencia de característica/beneficio a la medida de nuestro cliente, es necesario averiguar si el cliente realmente cree que el producto ofrecido lo beneficiará. Preguntándole: ¿qué le parece?, ¿está de acuerdo?, ¿Y no es eso lo que realmente desea?,...
Esta técnica permite obtener cierres parciales. Generar acuerdos parciales nos conduce a lograr el cierre con total naturalidad y seguridad.

viernes, 29 de junio de 2018

Vendiendo un fotoprotector en la farmacia 1. Preguntar para conocer qué necesita el cliente

En la entrada anterior “¿Elegir la farmacia para comprar un cosmético?” les comenté mi reciente experiencia al ir a adquirir un fotoprotector en una farmacia:
¿Qué debió hacer la persona que me atendió?
PREGUNTAR
Al hablarles de las fases de la venta les mencioné el sondeo. Ya les he comentado que: “preguntar es la base, porque preguntar es lo que nos descubrirá ¿cuál es el problema? ¿Qué es lo que necesita el cliente?”. Usamos las preguntas para conocer motivaciones, preocupaciones y necesidades del cliente.
También les comenté (al hablarles sobre la argumentación) que: si no se ha realizado el sondeo correctamente (se han planteado las preguntas adecuadas y obtenido la información necesaria), la argumentación será como disparar sin conocer donde está la diana.
De tal suerte, la persona que me atendió debió PREGUNTAR
¿Qué debió preguntarme?
Pues por ejemplo:
1.- ¿PARA QUIÉN ES EL FOTOPROTECTOR?
a).- ¿Para un bebé?
Un menor de 6 meses no debe ser expuesto al sol. Su piel es extremadamente fina y sensible.
En un niño menor de 2 años la capa córnea, y el total de la epidermis son más delgadas, el tamaño de los corneocitos de las células del estrato granuloso es menor, la proporción de lípidos por proteína está reducida, así como la concentración de melanina (sobre todo en menores de 12 meses). Exponer al sol a un bebé tiene riesgos importantes de que su piel se queme o de que sufra una insolación.
La recomendación es mantenerlo a cubierto durante las horas de mayor insolación. Y si en algún momento, de forma inevitable, ha de estar expuesto al sol intenso, debe usarse fotoprotección (que se aplicará media hora antes de exponerlo al sol) y añadir protección física, esto es, vestido y con gorro.
b).- ¿Para un niño pequeño?
Un niño pequeño (entre 6 meses y 2-3 años) sigue teniendo la piel más delicada que la de un niño más mayor o la de un adulto.
La recomendación es emplear preferentemente fotoprotección con filtros físicos (emulsiones en aceite que incorporen sustancias como dióxido de titanio u óxido de cinc podrían ser adecuadas). Una desventaja es que estos filtros físicos son insuficientes para alcanzar una fotoprotección alta por lo que deben combinarse con filtros químicos.
Completar la fotoprotección con el uso de gorros, ropa adecuada y gafas de sol, así como limitar la exposición en las horas centrales del día no debe soslayarse.
Por supuesto, elegir un fotoprotector adecuado (y aplicarlo media hora antes) de poco servirá si luego no se aplica la cantidad adecuada (los 2 mg/cm2 que aseguran una correcta fotoprotección se reducen a la cuarta parte o a la mitad en el mejor de los casos), o no se renueva el fotoprotector (cada 2 horas aproximadamente).
c).- ¿Para un niño más mayor?
A partir de los 2-3 años pueden utilizarse filtros químicos o filtros mixtos. La recomendación es utilizar fotoprotectores específicos para niños sin perfumes y resistentes al gua con un factor de protección alto.
Cuanto más elevado sea el factor de protección más tiempo protege y precisará menos reaplicaciones. Y ya sabemos que los niños no están por la labor de interrumpir sus juegos para que le apliquen el fotoprotector.
Por supuesto, deben aplicarles el protector a las 2 horas si siguen expuestos, o antes si se han bañado (tras secarles con  la toalla tras salir del agua).
2.- ¿QUÉ TIPO DE PIEL TIENE?
A.- ¿Cuál es su fototipo?
Por un lado habrá que tener en cuenta el fototipo. El fototipo cutáneo (capacidad de la piel para asimilar la radiación solar) se clasifica en función de las características genéticas.
Encontraremos 6 tipos de fototipo: desde el fototipo I de piel ojos y cabellos muy claros, muy vulnerables al sol, hasta el fototipo VI de piel ojos y cabello muy oscuro, más protegidos frente a quemaduras. 
Por ello, preguntas como: ¿color de pelo?, ¿color de ojos?, ¿se quema con frecuencia? Deben ser planteadas.
B.- ¿Tiene la piel sensible?
Por otro lado existen pieles más sensibles al sol, que reaccionan de manera exagerada a la exposición solar y sufren rojeces, picores, erupciones o quemaduras.
Por ejemplo para una piel atópica, recomendaría un factor solar elevado y fotoestable, una leche rica en nutrientes (vitamina E, antioxidante que combate los radicales libres provocados por el sol; con emolientes tipo manteca de karité o ácidos grasos W-3 para hidratar y aportar los lípidos que le falta a esa piel), que no contengan colorantes, perfumes, conservantes ni parabenos para evitar reacciones.
Incluso hay pieles que habitualmente no son sensibles, pero que en un determinado momento de la vida pueden volverse sensibles: en embarazo, después de un tratamiento dermoestético (peeling, laser, etc.), o por un tratamiento farmacológico.
Durante el embarazo el cuerpo produce más cantidad de estrógenos, progesterona y hormona estimulante de los melanocitos (MSH), lo que provoca un aumento en la síntesis de melanina. Esta hiperpigmentación aparece en forma de manchas marrones o grisáceas en el centro de la frente, en barbilla o alrededor de la boca. El uso de un fotoprotector alto o muy alto ayudara a prevenir esas alteraciones de la pigmentación (cloasma). También habrá que tenerse en cuenta que la piel puede estar más seca de lo habitual lo que condicionará la textura a recomendar.
Algunos medicamentos producen fotosensibilidad. Una reacción cutánea exagerada que ocurre cuando se combinan una sustancia química (que puede ser un fármaco o un excipiente) fotosensibilizante y la exposición a radiación ultravioleta. En este caso se requiere usar fotoprotección alta o muy alta y evitar en lo posible la exposición a fuentes naturales (sol) y artificiales de radiación ultravioleta.
Así, preguntas del tipo: ¿por algún motivo su piel está sensible? o ¿está tomando algún medicamento? o ¿está embarazada o puede estarlo? no deberían faltar.
C.- Una pregunta fundamental: ¿Cuál es su tipo de piel?, ¿Tiene la piel grasa, seca…?
Finalmente el tipo de piel se va a relacionar con la textura del fotoprotector.
¿Cómo identificar el tipo de piel?
La piel seca: presenta una baja producción de lípidos, con aspecto mate, piel delgada y de tono apagado, los poros son diminutos es áspera y presenta más arrugas y descamaciones.
La piel grasa se reconoce por la alta producción de grasa por las glándulas sebáceas, presenta  brillo y un tacto aceitoso, tiene poros dilatados. Suele presentarse acneica con granitos y/o puntos negros especialmente en las aletas de la nariz. Su textura puede ser resbaladiza o áspera.
Es una piel mixta si presenta zonas de piel seca y zonas de piel grasa, especialmente si esta última se concentra en la frente, nariz y barbilla (zona T)
La piel sensible o intolerante Tiene tendencia a presentar rojeces, irritaciones, tirantez o picor, y a alterarse ante cualquier cambio, incluso emocional.
Una piel normal presenta un aspecto mate, con grosor medio, poro visible, tono rosado y tacto aterciopelado.
La textura es muy importante, pues si al usuario le gusta la textura, será más fácil que se aplique el fotoprotector y que se lo reaplique (que es el objetivo final).
Para la cara podemos escoger texturas como:
Cremas: más hidratantes (para pieles secas).
Fluidos: son texturas ligeras que se funden con la piel (para pieles mixtas y grasas). En el caso de pieles acneicas utilizar fórmulas oil-free (libres de grasas) y no comedogénicas.
Gel-crema: aportan la hidratación de la crema y la rápida absorción del gel (útiles en todo tipo de pieles). Por esa rápida absorción son recomendables para zonas pilosas.
Maquillaje en fluido y compacto: para que en un solo paso se obtenga protección, se luzca un bronceado uniforme, efecto maquillaje y se disimulen las imperfecciones. Incluso podría utilizarse como maquillaje diario.
Maquillaje en polvo: fácil de aplicar en cualquier momento y lugar.
Sticks y barras: para cicatrices, manchas u otras zonas de la piel que se desee proteger y disimular.
Labiales: además de proteger del sol evitan la aparición de herpes (el virus aprovecha la agresión que supone la radiación solar para dar la cara).
Para el cuerpo las texturas son más ligeras:
Lociones o leches: muy hidratantes y fáciles de aplicar.
Espumas y sprays: hidratantes y de fácil aplicación, refrescantes al aplicarlos
Aceites secos: con acabado seco y sedoso, trasparentes. Muy apreciados por el género masculino.
3.- ¿PARA QUÉ VA A USAR EL FORTOPROTECTOR?
Sí, ya sabemos que utilizará el fotoprotector para evitar los daños que la radiación solar puede producir en la piel: pigmentaciones, enrojecimientos, picores, quemaduras, aparición de herpes, alergias, riesgo de melanomas, fotoenvejecimiento…
Me refería a ¿qué tipo de actividad le va a exponer al sol?
No es lo mismo requerir el fotoprotector para hacer el trayecto diario de casa al trabajo, que para pasar las vacaciones en la playa (en verano han de usarse filtros más altos y tener mayor precaución), o que para salir a hacer deporte al aire libre.
No es igual pasar casi todo el tiempo de playa debajo de la sombrilla que puede reducir la radiación solar a la mitad, que pasar todo el tiempo en el agua o dar paseos por la orilla sin gorro o camiseta para protegerse.
Tampoco es igual ir a la playa al medio día que a última hora de la tarde. Si la intensidad solar es más alta el FPS también ha de ser mayor.
Para ir a hacer deporte se precisará un fotoprotector de fácil extensión, sin apenas aplicar masaje, que se absorba rápidamente y que no sea eliminado por el sudor. Los fotoprotectores con base de poliacrilamida permanecen mucho en la piel y tienden a resistir al agua así como a la sudoración. Las texturas ligeras (gel, spray) resultan fáciles de aplicar.
Deben tenerse en cuenta las cualidades del fotoprotector.
Remanencia. Capacidad de conservar las propiedades de fotoprotección en el tiempo.
Sustantividad o permanencia: Capacidad de fijarse a la piel para una protección verdadera y que no sea eliminado con el roce, el agua o el sudor.
En función de la resistencia al agua, se diferencian en:
1.- Fotoprotectores acuorresistentes (water resistant). Después de una inmersión en el agua de 40 minutos (2 baños de 20 minutos cada uno) queda al menos un 70% del valor de FPS calculado sobre la piel seca.
2.- Fotoprotectores extra-acuorresistentes (water proof) Si después de una inmersión en el agua de 80 minutos (4 baños de 20 minutos cada uno) queda  al menos un 70% del valor de FPS calculado sobre la piel seca.
Si ustedes preguntan tendrán la argumentación casi hecha.
Y cuando el cliente les comente:
- Es más caro que en el hipermercado
Podrán responder:
- ¿Le hicieron preguntas en el hipermercado? ¿Han tenido en cuenta sus necesidades y en función de criterio facultativo le han dado el fotoprotector más adecuado a sus circunstancias?
- Ya ha comprobado que nosotros sí. Le aportamos un valor añadido que de sobra justifica el sobrecoste ¿verdad?
Y tras el sí (del cliente) cerramos:
- Bien, ¿pagará en efectivo o con tarjeta?
POSDATA:
1.- A la hora de realizar la entrada he tomado apuntes de los blogs de algunos médicos: Jesús García Garrido, Amalia Arce y Rosa Taberner. Y de algunos farmacéuticos: Gema Herrerías, Miriam Macías B, Alejandra Crepo, Carmen Torres V, y Miriam García. Por lo que, posiblemente, les sonarán frases.
2.- Esta entrada fue publicada originalmente el 24 de julio de 2015 en el blog “El rincón de Linimento.

jueves, 28 de junio de 2018

¿Elegir la farmacia para comprar un cosmético?

Ayer me pasaron 2 hechos destacables:
En mi cronología encontré este tuiteo:
Lo que me hizo leer el blog de procedencia, que evidentemente les recomiendo sigan (a estas alturas que puedo decir del blog de José Gastalver y Pablo García), pues que tiene muy buen contenido con infografías muy útiles en el día a día de la farmacia.
Como les decía, yo leí la entrada “¿mejor comprar en la farmacia o en hipermercados o perfumerías?” Pueden hacer clic aquí para leerlo directamente.
A modo de resumen les podré la infografía expuesta en el post:
¿Qué les parece? ¿Están de acuerdo con la infografía?
Les confieso que como farmacéutico estoy de acuerdo (debo estar de acuerdo), pero les dije al principio que ayer me sucedieron 2 cosas, veamos la segunda:
Ayer fui a comprar un fotoprotector y me dirigí a una farmacia para adquirirlo:
- Buenas tardes, necesito un fotoprotector
Sí, eso fue lo que dije. ¿Qué harían ustedes si un usuario les dijera esa frase en el mostrador de la farmacia?
La respuesta de el/la farmacéutico/a (según la placa que llevaba en la bata) fue:
-Farmacéutico: ¿Para la cara o para el cuerpo?
- Corporal, -dije
- Farmacéutico: ¿Un factor medio? ¿Un factor alto?
- Mejor alto, - respondí.
Se dirigió al expositor, tomó un tubo y me lo mostró diciendo:
- Farmacéutico: Además lo puede usar en la cara porque es gel-crema.
Ésta es la trascripción exacta del diálogo mantenido por servidor  y el/la farmacéutico/a que me atendió. Y esta fue la realidad (al menos la realidad que yo percibí). Por cierto, un dato que aún no les dije: cuando me atendió y mientras me atendió no hubo otro usuario en el mostrador.
A continuación, intentaré olvidarme de mi profesión y en un ejercicio de empatía imaginaré que sólo soy un usuario que decidió adquirir un producto cosmético en la farmacia y me permitiré reflexionar sobre los argumentos aportados por http://medicadoo.es/
Accesibilidad: Los farmacéuticos son los profesionales sanitarios más accesibles, disponibles sin cita previa, 24 horas al día, 365 días/año.
Es cierto, pero ¿justifica que un día laborable, a una hora “comercial” deba pagar un sobreprecio por el cosmético? Olviden que son farmacéuticos y póngase en la piel del usuario normal: ¿la accesibilidad justifica el sobreprecio?
Seguridad: En la farmacia conocemos la procedencia del producto, los productos de la farmacia deben seguir estrictos procesos  de conservación, transporte, temperaturas… para que el producto llegue en perfectas condiciones. Además en la farmacia están puntualmente informados sobre cualquier incidencia relacionada con los productos.
En primer lugar desconozco si la perfumería o el hipermercado tienen rutinas periódicas para detectar fallos de calidad, y/o cuáles son. Por otro lado debo confesar que he trabajado en farmacias donde el concepto les es absolutamente desconocido.
Pero sobre todo, no me gusta el tono “negativo”. Tal vez porque me haya influido J. Gitomer: “referirse de forma negativa a la competencia nos degrada” o quizá B. Tracy: “el vendedor nunca debe criticar o quejarse, ha de ser positivo constructivo y alegre”.
Yo prefiero venderme mostrando mis fortalezas a venderme señalando las debilidades de la competencia. Por otro lado, creo que sería dificultoso establecer una relación de confianza con alguien que critica a quien no está presente. No olviden que en realidad el vendedor no se dedica a cerrar ventas. Su función es “crear” clientes para toda  la vida. Así el cierre de la venta es el principio, no el final de la relación.
Profesionalidad: el farmacéutico tiene profundo conocimiento del producto, conoce las posibles reacciones adversas, interacciones, contraindicaciones…  para recomendarte lo que más te conviene.
Cierto. Pero no me hizo más preguntas que si lo quería para el cuerpo o si prefería un FPS alto. No me preguntó si estaba tomando algún medicamento, o si tenía la piel sensible, o si pensaba utilizarlo para mí solo o para toda la familia…
Consejo Farmacéutico: Nuestra razón de ser y nuestro elemento diferenciador… cuando te aconsejamos algo sabemos porque lo hacemos, que es lo más adecuado en cada momento teniendo en cuenta muchos factores como enfermedades, reacciones adversas, interacciones con otros productos.
Pero su consejo fue: como es gel crema también lo puede utilizar en la cara.
Nada de aplíqueselo media hora antes, u otros consejos sobre fotoprotección…
Teniendo en cuenta lo que ese/a farmacéutico/a ha realizado les pregunto:
¿Ha justificado que pague un sobreprecio por el producto?
Discúlpenme pero cuando me he puesto en la piel de simple usuario no he encontrado razones para pagar ese sobreprecio.
Podrán decir que es una excepción, que habitualmente no ocurre eso. No obstante, y ahora les hablo como farmacéutico, yo afirmo: posiblemente sea lo habitual. Y lo argumentaré con 3 datos que ya les mencioné:
1.- El asesoramiento sólo es mencionado como factor que interviene en la conversión de una farmacia en habitual por un escaso 1.9 % de encuestados. (Del estudio “Percepción social de la farmacia en la provincia de Sevilla" del año 2014)
2.- Cuándo toma medicinas, menos del 40 % de pacientes obtiene la información sobre ellas del farmacéutico. (Del Barómetro sanitario de 2013)
3.- y del Estudio REFCOM: la realidad de la farmacia comunitaria en España de 2014 les destaco:
a).-  El 78.4 % de los encuestados señaló que su farmacéutico no le pregunta si el tratamiento es de comienzo o de continuación cuando le dispensa la medicación.
b).- Sólo un 37.3% opina que el farmacéutico suministra (siempre o frecuentemente) información útil sobre su medicación. El 26.1 % opina que no la proporciona nunca.
c).- Por lo que se refiere a la resolución de dudas sobre la medicación un 58% acude al farmacéutico (ya sea siempre, frecuentemente o algunas veces) y un 41% afirma no acudir nunca por este motivo.
En definitiva, el farmacéutico no pregunta, no es proactivo, (por supuesto es reactivo: cuando el paciente le pregunta suele resolver sus dudas, pero el usuario tiene que preguntar. ¡Así es como nos ven los usuarios!
Y les diré otra cosa más, según el reciente Estudio de la OCU sobre satisfacción de los usuarios con el servicio que prestan las farmacias: esa falta de información espontánea está entre los aspectos que menos gustan. Está en segunda posición (22%), por detrás únicamente de los precios de productos que no son medicamentos (44%).
La farmacia se enfrenta a un reto: Necesita cobrar sus productos a un precio más alto que otros (necesita ese precio para mantener su infraestructura).
Pero entiéndanlo no le pagarán ese sobreprecio si no lo justifican con valor añadido. Y ese valor añadido no se encuentra en lo que es. El valor añadido (como en el resto de las cosas) reside en lo que pueden hacer (más bien en lo que se percibe que pueden hacer) por el cliente.
Lo repito, no les pagarán más porque sean la farmacia. Les pagarán más porque perciban, que como farmacia, le aportan un valor añadido que justifique el diferencial.
POSDATA. Tres cosas:
1.- Arriba les pregunté: ¿Qué harían ustedes si un usuario les dijera esa frase en el mostrador de la farmacia?
Lo que yo haría como farmacéutico (lo que entiendo que debió haber hecho el/la farmacéutico/a que me atendió), pueden leerlo (si lo desean) en las siguientes entradas. Hagan clic aquí, y aquí.
2.- Esta entrada ha surgido porque se dieron 2 circunstancias muy cercanas en el tiempo. Si no hubieran ocurrido de forma tan seguida la entrada no hubiera sido escrita, o se hubiera redactado de forma diferente.
Quizá piensen que deseaba polemizar con Medicadoo, o hablar mal de la farmacia. Yerran. Mi motivo es mover a la reflexión.
Discúlpenme si no aplaudo lemas rimbombantes y eslóganes para quedar bien, pero decir ¡qué buena es la farmacia! y colgarse medallas (mientras continuamos mirándonos el ombligo), gritar que la farmacia merece justicia y lealtad o el daño que le están haciendo a la farmacia (aunque sea rigurosamente cierto)… invita a quedarse tal cual y no afrontar el cambio.
Y la farmacia debe cambiar. Y pelear día a día, ocasión a ocasión para hacer posible ese cambio, porque de otro modo desaparecerá.
No lo olviden: ese valor añadido no está en lo que somos (la farmacia), o lo que merecemos (justicia y de lealtad para quien ha sido leal con los pacientes y el SNS), ni en declaraciones rimbombantes. Está en lo que hacemos cada día, en el valor añadido que nuestra actuación aporta.
3.- Esta entrada fue publicada originalmente el 24 de julio de 2015 en el blog “El rincón de Linimento.