La inmensa
mayoría de los ingresos de la farmacia se obtiene a través del despacho y la
venta de productos. Productos que requieren estar presentes en forma de
existencias (stocks en inglés).
Hoy hablaremos
de la gestión de stocks, un factor clave para mejorar la rentabilidad de la
farmacia.
STOCKS Y SU ROTACIÓN
Cuando compramos en grandes cantidades, solemos
beneficiarnos de una reducción del
precio unitario. Sin embargo, almacenar grandes cantidades de productos tiene efectos negativos como la
existencia de productos que se quedan inmovilizados. Esto disparará los
costes de almacenaje que provocan que:
1.- Se encuentren paralizados
artículos de escasa demanda: su conversión en dinero líquido se hace
difícil.
2.- Se disminuye el rendimiento
económico: la falta de liquidez dificulta afrontar los pagos a corto
plazo. Y aparte de las razones ya expuestas, se corre el riesgo de que
los productos almacenados se desvaloricen por la aparición de otros
similares, pero con características mejoradas, o simplemente caduquen.
Además, al coste de este almacenamiento se debe sumar el coste de oportunidad derivado de la
inmovilización de recursos financieros, materializados en existencias,
y los costes derivados del
mantenimiento y conservación de los productos.
Por otro lado, comprar cantidades pequeñas puede
conducirnos al agotamiento de existencias (rotura de stock). Se generan así
demandas perdidas (lucro cesante) y, si la tasa de faltas es alta, deterioro de la imagen de la farmacia ante
el consumidor.
El problema
fundamental de la gestión de stocks se centra en determinar cuál debe ser la cantidad que se debe
mantener en la farmacia. De otra forma, decidir qué, cuánto y cuándo almacenar
y reponer un producto
con la pretensión de dar el máximo servicio al cliente al mínimo coste
operativo.
Para ello se van a manejar 2 conceptos:
1.- Lote económico de compra: Indica la cantidad a reponer para
minimizar el coste, o sea la cantidad que hay que pedir al proveedor.
2.- Punto de pedido: Marca el lanzamiento de un pedido de reposición de
un producto que se quiere almacenar. De otra forma, es el nivel de stocks (cantidad de existencias) para la
que hay que lanzar el pedido.
Detrás del punto de pedido se
encuentra el consumo durante el tiempo de entrega del proveedor y el stock de
seguridad previsto para atender las puntas de consumo y las demandas en caso de
retraso en la llegada del pedido.
Jugando con estos conceptos se han desarrollado estrategias de gestión basadas en patrones de comportamiento
de los productos. Todas ellas desembocan
en la rotación, concepto en el que se resume la gestión de las existencias.
Entendemos rotación como el número de
veces que se renuevan las existencias almacenadas durante un determinado
período de tiempo y como la regularidad
con la que somos capaces de que nuestro stock
se venda.
Para su cálculo es necesario dividir
las ventas totales del periodo analizado, entre el stock medio de ese mismo
periodo.
¿CUÁL SERÍA UNA ROTACIÓN ÓPTIMA QUE GARANTICE UNA BUENA RENTABILIDAD?
El valor que debe arrojar ese parámetro debe
estar entre 7 y 10. Valores por debajo darían lugar a un stock alto con poca rentabilidad, ya que
será pagado por la farmacia antes de vender el producto, y dicha inversión
monetaria se encontraría en el almacén de la farmacia. Por el contrario con un
valor por encima, estaríamos ante unos niveles de existencias bajos con pérdida
de rentabilidad, debido a las faltas que se producen, con la consiguiente
pérdida de ventas y la mala imagen ante el cliente.
Para garantizar la gestión óptima de
la rotación es fundamental clasificar
los productos en función de sus ventas. Una manera lógica y razonable es
agruparlos mediante un sistema ABCD:
Artículos A (los
que más se venden). Se venden al menos
una unidad a la semana.
Artículos B (con
rotación media-alta). Se venden al menos
una unidad cada mes. Junto con los artículos A, suponen el 65% de las
ventas y el 15% de los productos.
Artículos C (de
rotación baja). Se venden entre 1 y 12
unidades/año. Suponen el 30% de las ventas y el 75% del número de
referencias
Artículos D (con
rotación muy baja o nula). Se venden
menos de una unidad al año. No se deberían tener en stock, y sólo se pedirán bajo demanda del cliente.
Esta clasificación ABCD (que leí en
una entrada escrita por Luis de la Fuente), me parece más útil que la habitual
clasificación de las existencias en 3 grupos: A, B, y C. (Empleada por mltitud
de autores: Masson y Wellhoff; Fady, Seret y Dayan;..., y que aparece en los
programas de gestión de la farmacia).
Una vez identificados los productos A y B, deberemos tenerlos
expuestos (salvo si son medicamentos de prescripción), pues ello facilita
la compra por impulso, y ayuda al equipo a recomendarlos.
Además es
importante que el equipo conozca los
beneficios que aportan y las ventajas competitivas que poseen (el cómo se
argumentará su venta), para realizar una recomendación activa “en el mostrador”.
También se deberá negociar con el
proveedor. -Deseamos que más que como proveedor se comporte como aliado (partner) y nos facilite el vender sus
productos (sell-out)-. Para además de
incrementar el margen (mejorar otras condiciones de compra), conseguir
incrementar la rotación a través de actividades que estimulen la venta: merchandising, campañas atractivas,
formación al equipo que facilite la recomendación activa…
Respecto a los artículos C (que ocupan mucho de nuestros estantes y cajoneras), deberemos tomar decisiones acerca de su
continuidad y sobre si son productos recomendados (por aportarnos
posicionamiento). Habremos de decidir respecto a qué productos mantener y cuáles dar de baja, porque más que aportar
beneficio suponen un capital inmovilizado y ocupan espacio en el almacén, que
podría utilizarse para productos con mayor rotación.
Las opciones que tiene la farmacia para retirar estos productos pueden ser
en conjunto con el laboratorio o con acciones desde la farmacia.
En el primer
caso podemos realizar una devolución a
proveedores o negociar cambio de productos C y D por otras referencias A o B
que garanticen la rotación. En el caso de optar por la devolución es
fundamental que la farmacia incluya en su análisis la posible merma económica
que le suponga la devolución, porque aunque sabemos que el producto no renta,
debemos cuidar que no suponga una pérdida.
No obstante, otra opción es desarrollar acciones específicas en la farmacia para intentar vender el stock, ya sea con campañas promocionales, acciones de fidelización, o ventas cruzadas (en todas estas acciones el farmacéutico buscará primar al cliente y lograr su satisfacción). Si lo consigue, logrará no sólo recuperar lo invertido sino también obtener un beneficio.
No obstante, otra opción es desarrollar acciones específicas en la farmacia para intentar vender el stock, ya sea con campañas promocionales, acciones de fidelización, o ventas cruzadas (en todas estas acciones el farmacéutico buscará primar al cliente y lograr su satisfacción). Si lo consigue, logrará no sólo recuperar lo invertido sino también obtener un beneficio.
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