La profecía que se cumple a sí misma
ocurre cuando tenemos una creencia tan profunda que actuamos como si ésta
fuera verdad. Como consecuencia, nuestros comportamientos terminan haciendo
realidad la profecía.
PRIMER EJEMPLO DE PROFECÍA QUE SE
CUMPLE A SÍ MISMA: ¡ESTE CLIENTE NO NOS COMPRARÁ!
Es muy común en el sector comercial.
Así, cuando un comercial piensa que “a ese cliente no le va a vender
nada”, acaba por no venderle, de la misma forma que, en multitud de
ocasiones, cuando piensa que a ese otro cliente le venderá, acaba por conseguir
un buen pedido.
“En cuanto un cliente entra por esa
puerta ya sé si me comprará o no”, comentan a menudo los vendedores de cierta
experiencia. Luego observas cómo se cumple la dichosa profecía, pero también
observas más cosas; por ejemplo, que los clientes compradores siempre
responden al mismo perfil; el comercial “le ha pillado el tranquillo” a
cierto tipo de demandante y se las entiende muy bien con él (por ser
joven, mayor, hombre, mujer, sencillo, altivo). Se siente tan cómodo y tan
seguro con ese tipo de cliente que resuelve con soltura su trabajo y consigue
su propósito.
Les cuento un ejemplo personal.
Durante una sustitución de pocos días en una farmacia “de playa”,
aunque antes de la temporada estival, pude observar al personal auxiliar
en el mostrador. Ante una pregunta del tipo “¿me puede dar algo para el
refriado?” cuando el cliente era una persona más joven, conversaba
más, se entregaba al trabajo de vender y el cliente se marchaba con dos o más
productos. Sin embargo si quien preguntaba era un “pensionista”, se le
recomendaba el antigripal. Al final del día, al repasar las ventas para cuadrar
la caja, adivinen ¿qué público fue el destinatario del mayor porcentaje en
venta libre? Mientras “echábamos la reja” pregunté: “¿Por qué a
unos clientes les muestras más productos y eres mucho más escueto con
otros?” Respondió serenamente: “Algunos son compradores y otros
no”.
Si tratamos a un cliente como si no
nos fuera a comprar no nos comprará. Por el contrario, si lo tratamos como si fuera a
comprarnos es muy posible que culminemos la venta con éxito.
¿POR QUÉ SE DAN ESTAS PROFECÍAS QUE
SE CUMPLEN A SÍ MISMAS?
Todo esto tiene su explicación
psicológica. Se llaman “saltos al vacío”. Nuestro cerebro no soporta niveles
altos de incertidumbre ni informaciones incompletas por eso, cuando nos falta
información tratamos de completarla cubriendo la que falta con información
aportada por nosotros mismos, normalmente fundamentada en la experiencia. De la
misma forma, cuando soportamos niveles elevados de incertidumbre, saltamos al
vacío y establecemos una predicción a la que concedemos mucha credibilidad, por
provenir de nosotros mismos.
Veamos un sencillo ejemplo:
Acodado en la barra de un bar de
copas, Manolo está dudando entre conversar con una chica que se encuentra
justo enfrente o seguir tomando su copa tranquilamente. La chica le gusta y
siente deseos de acercarse a ella y conversar.
Finalmente, Manolo decide continuar
en la barra y apura su vaso hasta que se marcha.
Este ejemplo se repite miles de
veces durante los fines de semana en todos los bares de copas del país. ¿Qué ha
sucedido? Es muy sencillo; ante el nivel de incertidumbre (incertidumbre
siempre implica inquietud, desazón), de saber si sería rechazado o no, nuestro
amigo ha resuelto pensando que sería rechazado o, al menos, que tenía muchas
probabilidades de serlo. Manolo ha creado su propia falacia y,
evidentemente la ha cumplido, porque ha sido rechazado por decisión
propia.
Lo que debería haber hecho Manolo es
establecer su táctica, planificar su acción y entregarse al noble arte de la
conquista sin titubeos. Pero su profecía ha acabado con él. Posiblemente la
chica se habría quedado esperándolo, pero él no acudió.
Según el sociólogo, Robert K.
Merton, en la profecía que se cumple a sí misma podemos observar los
siguientes elementos:
1.- Una definición falsa de la situación,
la cual suscita una nueva conducta. (PIENSO QUE NO COMPRARÁ)
2.- La nueva conducta que
convierte en verdadero el concepto originariamente falso. (NO ME ESFUERZO EN
VENDER)
3.- El cumplimiento de la
profecía que perpetua el error, pues el profeta citará el curso de
los acontecimientos como prueba de que tenía razón. (NO ME COMPRÓ)
Recuerde, cualquier persona que
se haya interesado, aunque sea mínimamente, por nuestros productos o servicios,
podrá adquirirlos, o recomendarlos siempre y cuando el trato recibido y nuestra
exposición de ventas hayan sido satisfactorios.
Puede que lo adquiera más adelante,
puede que lo recomiende a terceros y él no llegue a adquirirlo, es posible que
lo recomiende continuamente o puede que piense que se trata de un gran producto
y no lo adquiera, pero lo hemos tratado como un comprador y se marchará feliz. Si
tratamos como si fuera un simple curioso, aunque lo sea, no se dará ninguna de
las posibilidades expuestas.
No caiga en la falacia de la
profecía que se cumple a sí misma.
DOS EJEMPLOS MÁS DE FALACIAS QUE SE
CUMPLEN A SÍ MISMAS:
1.- LA FARMACIA RURAL NO PUEDE
DESARROLLAR LA PARAFARMACIA
Existe la idea que en el entorno
rural “difícilmente tendrá futuro cualquier tipo de servicio que tenga que
ser costeado por el usuario, debido a la dificultad que tendrán los pacientes
de los pueblos de costearlo". De la misma manera, se piensa que en
una farmacia rural el porcentaje de ingresos por venta libre no puede ser el
mismo que en una farmacia urbana. Lógicamente una farmacia en un pueblo de
600 habitantes. no puede tener los ingresos por venta libre o por servicios
profesionales que tendría una farmacia urbana (por simple cuestión
aritmética). ¿Pero significa que no puede desarrollar en absoluto la
parafarmacia?
De nuevo les cuento una experiencia
personal. Durante varios años trabajé como adjunto en una farmacia rural
(farmacia única en un pueblo con más de 2.000 vecinos), y efectivamente la
venta libre era escasa, aunque claro no disponía de un espacio comercial
organizado para incrementar al máximo los metros lineales de exposición, y
al analizar el surtido, podía detectarse escasez en medicamentos de alta
rotación y una enorme falta de amplitud de productos de parafarmacia, que
además estaban a un precio no competitivo. En consecuencia, la venta libre
estaba en niveles mínimos.
2.- MIS CLIENTES NO COMPRAN
PARAFARMACIA
En la rebotica de muchas farmacias,
donde se recepcionan los productos, todavía existe una hoja —pegada a la pared
o junto al ordenador a modo de chuleta— en la que hay escritas unas sencillas
fórmulas para establecer el factor por el que hay que multiplicar la mercancía
recibida y calcular un margen “x” predeterminado. No puede haber nada más
inapropiado que este método para establecer una equivocada política de precios.
Eso sí, es muy cómodo, tanto como eficaz, para ahuyentar a nuestros clientes.
Sólo una exigua minoría de farmacias
tiene establecida una política de precios adecuada y bien trabajada a
la hora de establecer el PVP de los productos de parafarmacia. Ésta es, sin
embargo, una de las claves que permitiría incrementar la venta libre, obtener
la máxima rentabilidad en la farmacia y, por lo tanto, competir.
El PVP de cualquier artículo no se
debe establecer únicamente en función del precio de coste al que lo adquirimos,
sino en función de cómo es nuestro entorno competitivo más próximo. Si, por
ejemplo, un artículo “A” tiene un PVP de 9,95 euros (IVA incluido) en el área
de influencia de nuestra farmacia, y nosotros lo adquirimos a 8 euros (IVA y
recargo de equivalencia incluidos), no podemos nunca marcarlo a 11,40 euros
para obtener un 30% de margen (porque esa es nuestra regla general de margen
para esos artículos).
Lo que se consigue así es vender un
número mínimo de unidades y, a la vez, trasmitir la imagen de que todo lo que
tenemos es igual de “caro”, aunque realmente no sea así.
Normalmente, a mayor número de
puntos de venta alternativos existentes al nuestro, menor será el margen que
podamos establecer para el mismo. Por el contrario, cuanto más exclusivo sea un
producto del canal farmacia, mayor margen podemos establecer.
EVITE LAS FALACIAS, NO LAS
CONSTRUYA.
Sólo si se abandona la inicial tesis
falsa puede romperse la consecuencia trágica de la profecía que se cumple a sí
misma.
Imaginemos un niño del que se piensa
que "nunca llegará a nada", al que sus maestros no dedican
tiempo y cuyos padres deciden que lo antes posible deje de estudiar... ¿Qué
futuro le espera? ¿Podría tener otro? Al final no estudiará, pero ¿por qué no
vale? ¿O por qué no le dan la oportunidad?
POSDATA:
Esta entrada fue publicada
originalmente el 11 de octubre de 2013 en el blog “El rincón de Linimento.
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