Todos
estamos motivados por deseos y por expectativas. Dicho de otra
manera, hacemos cosas, compramos y consumimos para satisfacer una
serie de necesidades y deseos.
Sin
embargo, cada cliente tendrá diferentes motivos de compra.
Pues
por muy sencillo que sea el producto y/o servicio ofrecido, admite
diferentes enfoques en función de cada cliente y sus necesidades.
Por
ejemplo, un producto como los preservativos puede ser adquirido para
satisfacer una necesidad básica (mantener relaciones sin riesgo de
embarazo no deseado o contagio de enfermedades de trasmisión
sexual), pero un adolescente puede adquirirlo para tenerlo en la
cartera (en este caso trata de satisfacer una necesidad de
pertenencia a un grupo, o una necesidad de reconocimiento por los
demás).
Este
mismo producto, además de la necesidad básica puede satisfacer
varias funcionalidades diferentes. Así, podemos encontrar
profilácticos normales, sin látex, XL, más gruesos (“seguro”),
más finos (“sensitivos”, “ultrafinos”…), retardantes,
estimuladores, con efecto calor, con efecto frescor, de colores, de
sabores… e incluso presentados en cajitas de diseño (discretas y
elegantes). En definitiva, toda una gama dirigida a satisfacer a
diferentes clientes.
De
tal suerte, nunca debe olvidarse que lo que puede parecer
ventajoso a un cliente, quizá no se lo parezca tanto a otro.
Funcionalidades que el primero valora, el segundo nunca las va a
utilizar, o características que el segundo estima no le son
relevantes al primero.
Para
poder entender el comportamiento de los clientes es necesario
conocer sus necesidades, sus deseos y expectativas. Porque de ellas
dependen sus razones de compra.
Así,
en el proceso de venta, el vendedor debe identificar los motivos y
necesidades de cada cliente, y adaptar un argumentario al mismo. Las
explicaciones, el lenguaje y los argumentos deben ser distintos para
cada cliente.
Durante
la venta hablaremos del producto/servicio que ofrecemos.
Pero
será imprescindible hacerlo en relación con las necesidades,
problemas o deseos que el cliente ha manifestado.
Por
ello, primero habrá que identificar la necesidad (o el problema) del
cliente, después (en función de dicha necesidad o problema)
se le recomiendan los productos/servicios adecuados, y se le explica
cómo los beneficios le ayudan a satisfacer esas necesidades,
problemas o deseos.
Las
claves están en:
Hacer
sentir cómodo al cliente y dejar que se comunique para descubrir
cuáles son sus necesidades.
Realizar
preguntas inteligentes y escuchar activamente al cliente para
entender sus necesidades, problemas, deseos y/o expectativas.
Y
tras escucharle, indicar las necesidades y/o problemas que se han
detectado para que adquiera consciencia de las mismas.
A
partir de ahí se aportan los argumentos: un par de frases claras y
directas que expliquen el beneficio que el producto/servicio ofrecido
reportará a dicho cliente concreto (cómo le va a ayudar a resolver
su necesidad/problema).
Numerosos
vendedores utilizan como argumento de venta los atributos y
características de sus productos o servicios. Las características
son importantes para que el cliente conozca lo que va a comprar y su
utilidad. Sin embargo, no debemos olvidar mostrar también las
ventajas y beneficios que obtendrán al adquirirlos.
Veamos
un ejemplo:
Farmacéutico:
Yo le aconsejaría estos preservativos ultrafinos de sólo 0.055
mm, con forma easy-on, tamaño XL, y lubricados. Además son de D…
el líder del mercado. Lo que aporta una seguridad en que obtendrá
lo que busca.
Esto
es una argumentación basada en características técnicas.
Sin
embargo, pongamos un ejemplo de argumentación personalizada. El
vendedor tras haber hecho una fase de sondeo (de identificación de
necesidades) adecuada traduce los datos técnicos en utilidades
reales y personales para el cliente.
Farmacéutico:
le aconsejo estos condones ultrafinos con los que obtendrá mayor
sensibilidad y placer. Su forma anatómica le proporciona mayor
comodidad y facilidad a la hora de ponérselo. Además, su tamaño se
adapta mejor a sus características. Y también están lubricados, lo
que es esencial para evitar rasgaduras o roturas, y también ayuda a
que os mováis juntos. Finalmente son de D…
Con
los argumentos intentamos llevar al cliente a la situación de
beneficio que desea, describiendo lo más detalladamente posible cómo
disfrutará de las características del producto.
Las
personas no compramos características, compramos una solución
un problema o necesidad. Compramos el beneficio real que nos puede
aportar un producto o servicio. Al cliente no le interesa que los
condones sean ultrafinos, le importa que le proporcione mayor
sensibilidad y placer durante la relación sexual. No le impresiona
que su forma sea easy-on, le atrae su facilidad para
ponérselo… Por ello, si durante la argumentación se menciona
una característica hemos de presentarla asociada a un beneficio, y
éste a una necesidad del cliente.
Por
tanto, si está acostumbrado a crear protocolos de venta centrados en
los productos, es hora de pivotar. Enfóquese también en la
necesidad de los usuarios que acuden a la farmacia.
¡Ah!
Y un último consejo: cuando expongan los beneficios de su
producto/servicio háganlo siempre desde el punto de vista de la
satisfacción.
Así,
en lugar de decir: “…estos condones más finos aumentan la
sensación de contacto durante la penetración…”, digan: “…
con estos condones tendrá relaciones más placenteras ya que al
ser más finos aumentan la sensación de contacto…” ¿Mejor?
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